Sunday, March 28, 2010
Odisea Caótica de Israel y Haberos quedado en casa capullos de Colombia
Odysseus Chaoticus
Ish Theater, Israel
Compensar Auditorium
26 March 2010
A universal story told in a universal language: gibberish
Noam Rubinstein (Ody), Yolana Zimmerman (Penny/Penita), and Fyodor Makarov (Papa) portray an Italian man, his wife, and his elderly father in a high energy show that flips back and forth between the drudgery of everyday home life, and the adventures of Ulysses in Homer’s Odyssey, all done with a manic comic twist. Zimmerman as the Cyclops’ goat and Calypso was hilarious. Makarov tends to steal every scene, and was particularly good as Poseidon. Rubinstein brings us along on the journey with huge versatility. The performances were wonderful. Toward the end, a number of the adventures are compressed together and these don’t make much sense unless you are familiar with the Odyssey. These scenes could be cut without doing any harm to the play
The play uses universal gibberish “Italian” for the dialogue, intelligible to all speakers of Romance languages, although all of the songs are in English. The language convention reminded me of the skit “Una munda” from the show All in the Timing, performed at the 2006 Iberoamerican theater festival by Peepolykus Theatre of the UK. Like that performance, the Ish Theater production depends on timing to make the comedy work, and Rubinstein, Zimmerman, and Makarov carry the day with aplomb.
This was a funny little show that did not depend on special effects to make it succeed, just great performances, snappy timing, and funny quirky imagery. I laughed out loud.
Odisea caótica
Teatro Ish, Israel
Auditorio Compensar
26 de marzo 2010
Una historia universal contada en un lenguaje universal: galimatías
Noam Rubinstein (Ody), Yolana Zimmerman (Penny /Penita), Fyodor Makarov (Papa) representan un hombre italiano, su esposa, y su padre anciano en un espectáculo de alta energía que mueve entre la monotonía de la vida familiar cotidiana, y las aventuras de Ulises de La Odisea de Homero, con un toque cómico maníaco. Zimmerman, en los papeles de la cabra del cíclope y Calypso fue muy graciosa. Makarov roba cada escena, y fue particularmente divertido como Poseidón. Rubinstein nos lleva por el viaje con gran versatilidad. Las actuaciones fueron maravillosas. Hacia el final de la obra, una serie de aventuras están comprimidas y éstas no tienen mucho sentido a menos que uno conoce la Odisea. Estas escenas podrían ser recortadas sin perjudicar a la obra
El espectáculo utiliza un “italiano” de galimatías como lenguaje universal, inteligible para todos los parlantes de lenguas latinas, aunque las canciones están en inglés. Esta técnica me acordó de la escena “Una munda” de la obra Todos a su tiempo, que Peepolykus Teatro del Reino Unido presentó en el Festival Iberoamericano de Teatro en 2006. Al igual que este espectáculo, la producción de Ish Teatro depende del ritmo para realizar el efecto cómico, y Rubinstein, Zimmerman y Makarov logran este propósito con aplomo.
Es un espectáculo gracioso que no depende de efectos especiales para que tenga éxito, sino de sus grandes actuaciones, un ritmo ágil, y las imágenes singulares y graciosas. Me reí en voz alta.
Haberos quedado en casa capullos! (You Should Have Stayed Home Little Buds)
Asociación LODHE, Colombia
27 March 2010
In this play the audience is taken to the different settings where the play unfolds.
On one of the terraces of Rogelio Salmona’s graceful Torres del Parque buildings, Jimena Durán gives a speech in which she tells a little girl not to think with anyone else’s head. As an example of living by other people’s ideas, she graphically describes a violent scene in which everyone’s head has been removed from their bodies at school and people are trying to find their heads. The images she paints are horrifying, referring to blood, sex and violence, but the little girl to whom she is speaking is nonplussed. Admittedly no one ever really listens to anyone else (a theme that is repeated in the following scenes). The scene falls a bit flat.
The second scene takes place in a bar in La Macarena, a neighborhood that has gone much more upscale than when I lived there in 1991. A drunken woman (Patricia Tamayo) stirs at the bar and then begins her dialogue, reflecting on the “uselessness” of life, and her non-relationship with her parents. My critique of this scene is mainly the performance: Anyone so drunk as to be splashing her liquor all over the place should be having more difficulty getting the words out of her mouth. Her reflections are painful and these should have been much more difficult to voice. The scene would also have been more effective if there had been actual clients present at the bar.
The third scene was brilliantly done. The audience is taken to the living room of an apartment with windows looking out over the street. Outside a “street person” launches into a crazy diatribe about how each beating one gives or receives in life is a lesson. Carlos Gutiérrez was brilliant in the role, following passersby down the street as he continued with his discourse, and vaguely wandering around in the road getting in the way of the traffic. Having a city bus come down the road was a particularly nice touch by the director. Of course if it had been a real bus, the driver would have been leaning on the horn and hurling as much invective as the performer!
The man eventually wanders off and as we turn back from the window we find that a boy is seated in the living room reading a book (completely coincidentally, the boy Martín Fernández is one of my son’s classmates from school). The bathrobe clad father (Mario Duarte) comes down stairs and tells the boy (12) that tomorrow he will not go to school but that he will go out and work to get money so that he can have what he wants in life. The father continues with a violent, yet funny, story about a pony in the park where his parents would take him when he was a child.
Each of the four scenes makes references back to the others, picking up the common themes of violence, disappointment, futility, and the inability to communicate. The writing is dark and funny, but only the third and fourth scenes are really strong enough to stand alone.
It is an interesting conceit: Life is theater, and we are part of it and it is happening around us all the time. I am glad that I saw this performance, but I feel that the show needs to be tightened up a bit more.
Haberos quedado en casa capullos!
Asociación LODHE, Colombia
27 de marzo 2010
En esta obra el público es llevado a los diferentes lugares donde las escenas de la obra se desenvuelvan.
En una de las terrazas del conjunto de edificios Torres del Parque de Rogelio Salmona, Jimena Durán pronuncia un discurso en el cual instruye a una niña no pensar con la cabeza ajena. Como un ejemplo de vivir según las ideas de otras personas, ella describe gráficamente una escena violenta en la cual las cabezas de todo el mundo están desprendidas de sus cuerpos en la escuela, y la gente está tratando de encontrar la cabeza. Las imágenes que pinta son horribles, con referencias a la sangre, el sexo y la violencia, pero la niña no la pone mucha atención. Es cierto que nadie realmente escucha (un tema que se repite en las otras escenas). La escena queda un poco plana.
La segunda escena tiene lugar en un bar en La Macarena, un barrio que se ha vuelto mucho más de cachet que cuando yo vivía allí en 1991. Una mujer ebria (Patricia Tamayo) se levanta de su estupor sobre la barra y comienza su diálogo, una reflexión sobre la “futilidad” de la vida, y su falta de relación con sus padres. Mi crítica de esta escena es principalmente la actuación: alguien quien es tan borracha como para salpicar su trago por todo lado debería tener más dificultades para sacar las palabras de la boca. Sus reflexiones son dolorosas y estos deberían haber sido mucho más difíciles de expresar. La escena también hubiera sido más eficaz con la presencia de clientes reales en el bar.
La tercera escena fue excelente. El público entra en la sala de un apartamento con ventanas que dan a la calle. Afuera un “indigente” se lanza una diatriba sobre las lecciones de “las palizas” que uno da o recibe en la vida. Carlos Gutiérrez fue brillante en el papel, siguiendo a los transeúntes por la calle mientras que daba su discurso, y vagando en la vía, estorbando el tránsito. Su encuentro con un bus de transporte público fue un toque brillante del director. Por supuesto, si hubiera sido un bus real, el conductor habría pitado a la lata mientras lanzaba invectivas igual como el actor!
El hombre eventualmente divaga. Volteando la mirada hacia la sala, encontramos un niño sentado en un sillón leyendo un libro (por casualidad, el niño Martín Fernández es un compañero de curso de mi hijo). El padre (Mario Duarte), vestido de bata, baja las escaleras y le dice al niño (12) que mañana no irá al colegio, sino que saldrá a trabajar a ganar dinero para así hacer lo que quiere en la vida. Continúa con una historia divertida pero violenta de un caballo en el parque donde sus padres lo llevaba cuando era un niño.
Cada una de las cuatro escenas hace referencia a las otras, recogiendo los temas comunes de la violencia, la desilusión, la futilidad, y la incapacidad de comunicarse. El guión es de humor muy negro, pero sólo la tercera y la cuarta escena funcionan realmente bien.
La obra parte de una idea interesante: La vida es teatro, y nosotros hacemos parte de la obra que está sucediendo a nuestro alrededor todo el tiempo. Estoy contenta que vi a esta obra, pero creo que la dirección necesita unos ajustes.
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