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Hace años que no voy a Villa de Leyva. Fui este fin de semana con unas amigas. Fue una grata sorpresa encontrar que la ciudad es realmente bonita. Tuve miedo que iba encontrar al pueblo demasiado desarrollado, arreglado y maquillado. No tengo nada en contra de la conservación, pero no quise encontrar el pueblo disneyficado, como ha sucedido con lugares que son destinos de esquí, como Chamonix, Tremblant y St. Sauveur. Son pueblos que se han vuelto una parodia de sí mismo. Afortunadamente, este no es el caso en Villa de Leyva.
Siendo puente de primera de mayo, había gente, pero el pueblo tampoco estuvo inundado de turistas. A pesar de ser un destino popular de fin de semana, también tiene residentes permanentes. No es un centro vacacional. Me encanta la prohibición de carros (y motos y vehículos todo terreno) de la plaza mayor y sus alrededores. Llegamos a la plaza y no había música por ningún lado. Me encantó el silencio y la paz. Siempre había gente, pero fue decente. No es bulla, sino concurrencia.
De pronto tiene que ver con la calidad de los visitantes. Villa del Leyva se está convirtiendo en un destino para turismo gastronómico. Tiene muchos restaurantes de alta categoría, no es que fui a probar muchos. Pero disfruté el cappuccino y el croissant de almendras que comí en la Pastelería Francesa.
Fuimos al mercado y compramos tomates frescos (tomates chiquitos con buen sabor, no como los tomates desabridos de larga vida que se consiguen en Bogotá), albahaca, habichuelas, y manzanas, de los campesinos. En este momento estoy preparando una salsa con los tomates frescos y la albahaca para esta noche, para acompañar con los quesos que compré en Colfrance en Ubate. Voy a comprar un pan francés esta tarde. Qué delicia!
Lamento no haber comprado un ramo de pepas de pimienta roja en el mercado. Probé unas pepas. Me sorprendí que la pimienta fresca es un poco dulce. Si alguien se va para Villa de Leyva, voy a encargar un ramo de pimienta.
Villa de Leyva también fue un contraste con Ráquira. La impresión es que Ráquira existe exclusivamente para vender artesanías por mayor. El pueblo es colorido y pesado, con cazadores de gangas por todo lado. Hay artesanías para todos los gustos, desde obras exclusivas y únicas elaboradas a mano y con mucha atención al detalle y diseño, hasta producción masiva de decorados para el jardín de mal gusto (cerámica de Shrek luciendo camiseta de Millonarios). En general hay que reconocer que se consigue mucha artesanía de buena calidad y a buen precio, pero el ambiente no es agradable.
Entre las dos ciudades, no quepa duda: me quedo con Villa de Leyva. Queridos lectores, esperan los próximos fascículos sobre Sutatausa, Chiquinquirá, y Ráquira Silvestre.
Villa de Leyva: Truly Lovely
I hadn't been to Villa de Leyva in years. I went this weekend with some friends. It was a pleasant surprise to find that the town is still truly lovely. I was afraid that I would find the town too developed, fixed-up, and overdone. I have nothing against conservation, but I did not want to find it Disneyfied, as has happened with ski resort towns like Chamonix, Tremblant and St. Sauveur. These are towns that have become a parody of themselves. Fortunately, this is not the case in Villa de Leyva.
Being the first of May long weekend, there were quite a few visitors, but the town was not overrun with tourists. Despite being a popular weekend destination, the town still has permanent residents. It is not just a vacation resort. I love the fact that cars (as well as motorcycles and all terrain vehicles) have been banned from the main square and the surrounding streets. We arrived on the main square and there was no music blaring. It was lovely and peaceful. There were quite a few people, but it was decent. It was not raucous, but rather companionable.
Perhaps this has to do with the quality of the visitors. Villa del Leyva is becoming a destination for gastronomic tourism. It has many upscale restaurants, not that I tried many. But I enjoyed the cappuccino and almond croissant I had at the Patisserie Français.
We went to the produce market and bought fresh tomatoes (small tomatoes with great flavor, not like the tasteless long life tomatoes we get in Bogotá), basil, beans, and apples from the farmers. At this moment I am preparing a fresh tomatoes and basil sauce for tonight, to accompany the cheese that I bought at the Colfrance factory outlet in Ubaté. I'll pick up a French bread this afternoon. Delicious!
I regret not having bought a bouquet of fresh red peppercorns in the market. I tried a few of the fresh peppercorns. I was surprised that fresh pepper is a bit sweet. If someone is going to Villa de Leyva, I will ask them to buy me a bouquet of red peppercorns.
Villa de Leyva was a contrast to the town of Ráquira. My impression is that Ráquira only exists to sell wholesale handicrafts. The town is colorful, crowded, and busy, with bargain hunters all around. There are handicrafts to suit all tastes, from exclusive and unique works made by hand, with great attention to detail and design, to mass produced tasteless garden decorations (ceramic Shrek wearing a Millionarios soccer team jersey ). In general it must be said that there are a lot of good quality handicrafts, and good value, but the atmosphere is not great.
Between the two cities, let there be no doubt about it: I'll stick with Villa de Leyva. Dear readers, look forward to the upcoming installments on Sutatausa, Chiquinquirá and Ráquira Silvestre.
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